viernes, 28 de enero de 2011

Mc 4,26-34 La semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo

Hoy tenemos unas parábolas que nos hablan de cómo es el Reino de Dios... una semilla que crece sin saber nosotros cómo pero que acaba dando fruto... una semilla, pequeña, insignificante, que crece y se convierte en un gran árbol.
No debo desanimarme, no puedo decidir cómo tiene que actuar Dios, lo que yo crea que es lo mejor no es necesariamente lo "bueno" que tiene que pasar.
Debo estar atento, abierto en mi vida, dispuesto a darme (y si es posible sin mal humor, mejor)
La realidad de Dios va a ser insignificante a los ojos de este mundo.
¿Cómo me gustaría a mi que funcionasen bien las cosas?
¿Se corresponde con el trabajo de Jesús y la imagen de si mismo que transmitía?¿o con la que quiso evitar?
Cuando era joven participé en algún gran evento cristiano, pero algo más mayor empecé a desconfiar algo de ellos... no acaban de cuadrarme cosas de esos grandes eventos con la realidad de esa semilla insignificante.

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