martes, 18 de enero de 2011

Mc 2,23-28 ... Se hizo para las personas

Nos podemos fiar tan poco de nosotros mismos y de los demás que definimos las cuestiones religiosas con montones de reglas y normas.
Después, ya acomodados en el mundo de las normas (es más difícil amar al otro al máximo que no matarle y no robarle) nos olvidamos del fondo de la cuestión.
Imagino que eso nos pasa a todos.

Creo que en el fondo cada uno debe buscar las formas que más le ayuden, pero lo que en el evangelio nos muestra como un ejemplo negativo es intentar obligar a los demás con esas normas, supeditarlas más allá de su origen y de las necesidades de las personas.

No podemos convertir al Dios del amor en el dios del catecismo.

Me viene a la mente varios ejemplos de determinadas normas morales de mi iglesia católica que han supuesto un alejamiento y ruptura de mucha gente debido a la incomprensión que suscitaban. No estoy hablando de falta de formación o explicaciones al respecto, me refiero a su distanciamiento y su ineficacia respecto a lo que intentan transmitir. Me lo guardaré para escribir en mi otro blog.

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